La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el embarazo adolescente un importante problema de salud pública. Numerosas publicaciones, programas y recomendaciones publicadas por la OMS y la OPS en las dos últimas décadas, remarcan el interés del tema.
Estrategias de salud sexual y reproductiva
De acuerdo con esas directrices, muchos países, y entre ellos España, han aprobado estrategias de salud sexual y reproductiva. Entre sus objetivos se incluyen:
- la educación afectivo sexual.
- la prevención de embarazos no deseados.
- la atención específica a los y las adolescentes.
- el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo de forma segura.
- el cuidado integral de la madre y los hijos mediante el seguimiento del embarazo, el parto y la atención de ambos en la etapa postnatal.
También se intenta promover la paternidad responsable y la corresponsabilidad en la crianza y cuidados de los hijos e hijas.
Actualización PAPPS 2022
El Grupo de Salud Mental del PAPPS ha realizado una revisión en la Actualización PAPPS 2020 en la que se presentan medidas y recomendaciones para la protección y prevención de la salud mental de la madre y del niño/a cuando el embarazo tiene lugar en la adolescencia: «Prevención de los trastornos de la salud mental. Embarazo en la adolescencia.»
Siete campos o ámbitos para la prevención desde los Equipos de Atención Primaria (EAP)
- Prevención del embarazo en la adolescencia mediante la promoción de las medidas anticonceptivas y de autoprotección adecuadas; así como medidas educativas orientadas al empoderamiento de las adolescentes para ejercer el control tanto en las relaciones sexuales como en los métodos de protección.
- Medidas y actuaciones de facilitación y apoyo si la adolescente decide interrumpir el embarazo (IVE), estando alerta del posible trauma psicológico del aborto, ofreciendo un seguimiento psicológico especifico y psicosocial si se precisa, en especial si la familia de la adolescente presiona insistentemente en contra.
- Ayudar en la «maternización» de la adolescente si decide seguir adelante con su embarazo; por ejemplo, con las medidas recomendadas en el Subprograma hijos de familias monoparentales.
- Apoyar la creación de algún tipo de triangulación originaria en la familia que va a recibir al niño. Habrá que orientar acerca de la conveniencia de que pronto, ya en los primeros meses, el niño sea cuidado por dos personas, como forma de ayudar a la elaboración de las «funciones familiares» y, particularmente, como forma de ayudar en la elaboración de la dependencia mutua madre-hija/o, tal vez aumentada en el caso del embarazo en la adolescencia si la hija/hijo es querido al final del embarazo.
- Hay que asegurar que madre, niño y padre reciban suficientes apoyos de la familia (y/o las instituciones sociales) como para posibilitar un desarrollo adecuado de la urdimbre afectiva de los primeros meses y el desarrollo psicofísico saludable del bebé. Hoy ya sabemos que este
se basa, sobre todo, en el establecimiento durante los primeros años de un vínculo de apego al menos con una o dos figuras, que sea suficientemente sano y estructurado, al contrario de los vínculos de apego inseguros, ansiosos, ambivalentes o desestructurados, facilitados en algunos embarazos en la adolescencia. - Valoración, apoyo y seguimiento psicológico específico de la madre si el embarazo fue consecuencia de una violación o estupro.
- No olvidar que ese hijo/a en nuestra cultura sigue siendo un niño de riesgo desde los puntos de vista biológico, psicológico y social, y por ello se deberá hacer un seguimiento cercano de su desarrollo físico y psicológico.