El cambio climático, además de ser uno de los retos ambientales trascendentales a los que se enfrenta la humanidad a escala global, influye sobre muchos sectores, alcanzando su máximo exponente en el área de la salud.
Desde el GdT de Salud Planetaria de semFYC comentan que entre los efectos directos del cambio climático se encuentran las olas de calor y frío, los eventos meteorológicos extremos, inundaciones y sequías, entre otros; pero también tienen gran repercusión en la salud los efectos indirectos, como el aumento de la contaminación atmosférica y aeroalérgenos, el cambio en la distribución de vectores de enfermedades infecciosas, o la menor disponibilidad de agua e inseguridad alimentaria.
Existe evidencia científica que demuestra la influencia de los extremos térmicos sobre la salud, como el calor o el frío extremo, con impacto directo en la morbimortalidad.
El frío extremo afecta negativamente a la salud tanto de forma directa como indirecta.
La exposición a bajas temperaturas conduce a cuadros de hipotermia y de congelación; y, por otro lado, las bajas temperaturas debilitan la respuesta defensiva del organismo y parte de la etiología del exceso de morbimortalidad asociada al frío es de naturaleza infecciosas, principalmente por agentes como el virus de la gripe o el neumococo.
Con mayor frecuencia el frío conduce a un sobre-estrés del organismo que puede dar lugar a una descompensación orgánica que agrava enfermedades crónicas en población vulnerable, especialmente las patologías de tipo cardíaco y respiratorio. Además, las bajas temperaturas pueden aumentar la incidencia de otras complicaciones de salud, por ejemplo, el aumento de los diagnósticos por depresión o ansiedad y esquizofrenia, o complicaciones durante la gestación. Por otro lado, también favorece los accidentes de tráfico y las caídas por placas de hielo, o los incendios e intoxicaciones por monóxido de carbono a partir de estufas de gas, braseros, etc.
¿Quién es más susceptible al frío?
La población más vulnerable a los efectos del frío la constituyen sobre todo las personas sin hogar y las que sufren pobreza o bajo estatus económico (ropa de abrigo deficiente, vivienda insalubre, mal aislada, sin calefacción, etc.) en especial cuando esta se manifiesta en la forma de pobreza energética, lo que les impide mantener una temperatura de confort en los hogares en los momentos más fríos del año.
Así mismo, a causa de la distribución de la pobreza y las tareas de cuidados en función de los roles de género se ha establecido que en estas situaciones probablemente quien pase más tiempo en estos hogares no confortables sea una mujer, por lo que también debe ser considerado un grupo vulnerable.
Recomendaciones generales de protección y prevención frente a bajas temperaturas
El PAPPS y la semFYC publican un infográfico con advertencias y recomendaciones para sobrellevar la ola de frío, que podéis consultar en el siguiente enlace: «Ola de frío y salud»